Dice Sophie Mayer en su artículo Cambiar el mundo film a film (Changing the World one film at a time) que resulta tan estimulante como deprimente volver al ver los documentales que emergieron en los años 70 desde los colectivos de mujeres feministas en Europa y, especialmente, en Latinoamérica.

“Todos muestran la historia en bucle. El aborto, la salud sexual, la persecución de la violación, los salarios de las mujeres, la prostitución, la experiencia femenina de la guerra y el colonialismo y la representación de las mujeres en los medios de comunicación son, todavía hoy, asuntos globales urgentes y controvertidos”. (Mayer 2011: 20-21)

Es el caso de los trabajos del Colectivo Cine Mujer que surge de la 7ª y 8ª promociones del Centro de Estudios Cinematográficos (CUEC) de la UNAM en la Ciudad de México. La fundación del colectivo se le atribuye justamente a Rosa Martha Fernández, directora de las obras Cosas de Mujeres (1978) y Rompiendo el Silencio (1979) que aquí comentamos. En ambos trabajos, los créditos al guion y el resto de oficioscreativos son muy colectivos.

40 años después de su realización y a pesar de los escasos recursos empleados, sendos temas (aborto y violación) tanto como sendas estrategias narrativas, resultan fascinantemente vanguardistas. Sin duda bajo la influencia de De cierta manera (1974) de la cubana Sara Gómez, ambos mediometrajes pueden ser catalogados de documentales híbridos, que combinan la puesta en escena

de historias muy realistas con imágenes y testimonios netamente documentales. Para una mexicana como quien esto escribe, en Cosas de mujeres reconocemos la impotencia y la vulnerabilidad de las protagonistas en el relato de ficción: estudiantes universitarias que de manera clandestina y solidaria buscan, mediante el procedimiento boca-oreja, un médico dispuesto a realizar un aborto. En la puesta en escena del aborto podemos reconocer el doloroso realismo del trato vejatorio del médico que atiende a la protagonista cuando le pregunta: “Y usted, además de estas actividades ¿a qué se dedica?” Y cuando ella contesta que es estudiante de Sociología el médico replica: “Las sociólogas son muy liberales y luego mire lo que pasa”. Un médico que, de acuerdo con el código penal vigente entonces, está cometiendo un delito y cobrando una suma extraordinaria para una estudiante.

Por su parte, en Rompiendo el silencio el tema de la violación es encarnado de manera muy realista por dos historias de víctimas: una militante de izquierdas y una maestra de escuela. Muy creativamente, la realizadora pone en escena un interrogatorio policial a la actriz que representa a la maestra. Las figuras del policía y de la mujer están aisladas sobre un fondo negro. El policía hace preguntas como: “¿Conocía usted al violador? ¿Se encontró con él mientras iba caminando en un lugar desierto o en un lugar público donde estaba usted sola? ¿Tomó un baño o descansó después de la violación? ¿Dejó pasar algún tiempo antes de dirigirse a la policía? ¿Gritó usted lo suficientemente fuerte para que la oyeran? ¿Se sometió sin luchar para evitar lesiones?” La mujer no abre los labios. Responde con un monólogo interior explicando cómo ha sido repudiada por su marido y en su trabajo a causa de ser víctima de violación. Al terminar el interrogatorio, el “policía” revela mirando a la cámara: “Este es el interrogatorio autorizado por la asociación inglesa de defensa derechos civiles para ser aplicado a las mujeres que han sido víctimas de violación.”

Quizás la secuencia más reveladora sobre el tema de la violación en Rompiendo el silencio es aquella en que, sobre imágenes de comisarías de policía de la ciudad y otras de personas, hombres y mujeres, un agente del ministerio público (equivalente a un fiscal) explica en off lo difícil que es probar la violación; la frecuencia con que en realidad lo que se viene a denunciar es que la muchacha se fue con el novio y cómo “los delitos sexuales” se multiplican en primavera porque las mujeres visten más ligeras de ropa. Dice: “los brazos descubiertos o los senos prominentes, la falda corta, todos esos son elementos que excitan” y, ya en el colmo del cinismo, dice que le enseñaron desde primer año de Derecho Penal que a una mujer es imposible violarla porque los músculos más fuertes son los que cierran las piernas porque son “los custodios de la virginidad”.

Revisitados estos trabajos del mexicano Colectivo Cine Mujer 40 años después, coincidimos con Sophie Mayer en que la historia de las mujeres por el derecho al propio cuerpo parece un maldito bucle.

Bibliografía

Sophie Mayer (2011) Cambiar el mundo film a film en Mayer, Sophie y Oroz, Elena (Eds.) Lo personal es político: feminismo y documental. Col. PUNTO DE VISTA Nº 6. Gobierno de Navarra, INAAC, Pamplona.

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